entregada al laberinto de cuerpos polvorientos de deseo ajado y herrumbroso planeaba yo, abierta en aliento virginal, buscando ganar la partida siempre adelante siempre a la izquierda; tal vez sino una fisura donde colar mi carne, un espacio propio, una voz particular. hasta que una legua viva penetró en mi paladar ingenuo y volé vomitando el placer sobre la masa opaca de crípticos deseantes que se consumió inmediatamente
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