cegada, enmudecida, maniatada, abierta en el centro, temblando un grito sordo sin sorpresa. palidez de sudor frío cortando el aire mora perfumado de alientos y de humos, tragando con su boca libre viscosas tibiezas anónimas, anodinas; todas, cada una, hasta agotarlas y, en oscuridad frenética, trasformar la humedad extraña en una única lengua con luz y nombre propios. esos con los que siempre sueña.
19 jun 2007
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