en el fondo, Amiba no percibe la existencia de superficie, ni de luz, ni de humedad. tampoco la carencia de una materialidad encarnada, blanda vulnerable. sin voluntad se deja ir, opaca-informe, envolviendo agujas y necesades en sonoridades tibias que expulsa y seguidamente fagocita, alimentándose de sí misma, isla sola. sin deseo de nada más que de su propia negación, la piel de Amiba es una piel sin ansias. sin ansias no hay superficie ni materia ni voluntad ni intercambio.
2 sept 2007
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