la soledad y el silencio
dejar de escucharlos a todos
gimiendo debajo de sus perfectos disfraces
enumerando una y otra vez las mismas sentencias.
empezar a escuchar la voz
que no teme a su jucio ni a su falta
que no es armoniosa ni lírica
que no se jacta de poderoso caudal
pero que es bella en su controversia.
dejar de escucharlos a todos
gimiendo debajo de sus perfectos disfraces
enumerando una y otra vez las mismas sentencias.
empezar a escuchar la voz
que no teme a su jucio ni a su falta
que no es armoniosa ni lírica
que no se jacta de poderoso caudal
pero que es bella en su controversia.
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