el culto a la fachada no debería ser una práctica a digerir dentro del círculo tal cual está trazado y sin embargo, detrás de sus múltiples bondades y su aparente inocuidad, la mantarraya esconde una corrosiva lengua afilada y coloridos secretos, propios y ajenos, hilados en lais que reparte oportunamente como en una recepción hawaiiana, para agitarlos luego como a los naipes de un juego donde no hay ganador posible.
no cae, se desliza con torpeza y ahí en la grieta, la fisura o la blandura desprotegida, la mantarraya cuela su aguijón envenenado a intermitencias mensuradas concienzudamente buscando la ruptura y la explosión.
no encuentro un enunciado más cómodo: eso es mala leche.
no cae, se desliza con torpeza y ahí en la grieta, la fisura o la blandura desprotegida, la mantarraya cuela su aguijón envenenado a intermitencias mensuradas concienzudamente buscando la ruptura y la explosión.
no encuentro un enunciado más cómodo: eso es mala leche.